CAPÍTULO 6. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE (2ºPARTE)

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#losangelestienennombre

PODCAST – CAPÍTULO 6. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE (2ºPARTE)

Dedicado a un ángel: “Catal

eya”

LECTURA – CAPÍTULO 6. CUANDO SABES L

O QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE (2ºPARTE)

Dedicado a un ángel: “Cataleya”

CAPÍTULO 6.

“Cuando sabes lo que es vivir aislado”. 

Cansancio.

 

Abrí la puerta de casa. Tenía que controlar mis sensaciones. Pero el miedo se apodero de mi y la tristeza bañaba cada esquina de mi casa. La última vez que dormí allí, aunque Samu ya estaba malito. Mi casa tenía un sonido continuo de risas, travesuras, gritos de enfado, de toca cenar y lavaros los dientes.

Sonaban los teléfonos, se escuchaban las televisiones, los muñecos a pilas y el calor de hogar.

Me encontré una casa vacía. Oscura. Silenciosa e incluso fría. No había hogar y la energía no era buena. Me dio un escalofrío al entrar. Rocío fue rápidamente a su habitación… a coger juguetes, como si nada pasase. Menos mal. pero si pasaba… no hacía ruido, pero estaba allí, yo mientras seguía paralizada en la puerta. Tuve que cerrar los ojos. Pensé quizá los abro y está aquí mi hijo corriendo por casa, casi gateando. Y mi marido llegando tarde de trabajar, con cara de relajación por llegar a su casa y el estrés acumulado de la semana. Me imaginaba yo gritando por las estancias, quejandome de las rutinas diarias, las cosas sin recoger, la cena sin hacer y la hora de los baños… me encantaría verlo todo así y saber que eso es vida de verdad, eso de lo que nos quejabamos hace 10 días era el mejor regalo que tenía y no lo sabía, no la había visto nunca.

Abrí los ojos y seguía sola. Entré al salón, mis orquídeas, mis plantas habían muerto. Ellas tampoco habían soportado la pena y la soledad. Mi marido me prometió que las había regado, pero la energía es así. Y ellas son seres vivos. Faltaba un alma en la casa. Bueno faltaban varias.

Encendí luces rápidamente, televisiones… fui encendiendo el grifo de la ducha, subí la calefacción, pero nada me devolvía mi hogar… Pase al distribuidor, vi la habitación de Samu, ¡Dios mio! no me pude contener, él merecía estar allí, con esos juguetes, esa cama y esa ventana. En su casa de bebé, con sus infancia. Me derrumbe. Mi hija salió de su habitación. me abrazó y me preguntó: ¿mami Samu cuando va a volver a casa? ¿por qué lloras tanto?..

 

No me veía con fuerzas para responderle. Le abracé, lloré, ella se preocupó, lo note. Sé que no era el sitio ni el lugar para hacerlo. Pero me pudo. Le pedí perdón, le dije que las mamis también lloran cuando están cansadas. Le dije que nos íbamos a duchar las dos y que cenando intentaría responder a sus preguntas.

Ella se ducho y yo también. Lloré mucho en la ducha, en silencio, me desahogue. Enrabiete, hubiese gritado. Lo hacía por dentro. Y salí. Duchada. Con los ojos tan hinchados del cansancio, la tristeza y el llanto que casi no podía abrirlos. Hice la cena y nos sentamos en una mesa vacía. Con solo dos sillas ocupadas.

Ella estaba sonriente. No quiso poner dibujos. Esperaba respuestas. Cenaba con ganas y apetito. Yo mareaba la comida por el plato. La coca cola si me entraba bien, la comida sobraba en mi mesa. Y hablamos. Le explique que Samu volvería pronto a casa, que necesitaba estar unas semanas más en el hospital. Y aunque me recomendaron no hacer un calendario de vuelta a casa lo hice, porque ella lo necesitaba. No le dije un día exacto de vuelta, pero si una fecha aproximada. Casi coincidía con sus vacaciones de verano. Y le avise que cuando samu volviese sería muy diferente. No podrían subir amiguitas suyas a casa. Ni visitas. Y que tendríamos que tener mucho cuidado. 

Le expliqué como pude en qué consiste estar inmunodeprimido y en los esfuerzos que todos tendríamos que hacer. En mi casa el gel hidroalcohólico, las mascarillas y la desinfección ya habían comenzado. Y hablando del futuro, que no me gustaba fuimos tranquilizando las dos.

Cenamos juntas y solas. Recogimos la cocina. En una casa donde el movimiento de platos parecía que estremecía cada rincón por el silencio y la oscuridad que acompañaban al resto de la casa. Y nos fuimos juntas a la cama. El salón se me hacía demasiado duro.

Rocío, durante estos meses dormía con nosotros en la cama. Pusimos la televisión y nos tumbamos juntas. Sonó el teléfono y por facetime mi marido llamó para darnos las buenas noches. Samu estaba cansado y se iba a dormir. Yo pensé que llamarme sería un error porque Samu se pondría muy mal al verme lejos. Pero no fue así. Samu estaba sonriente. Su padre había convertido la noche en una gran novedad y fiesta de chicos. Mi hijo me dijo que me quería mucho que descanses bien y se despidió con una sonrisa alentadora.

Rocío se abrazó a mi. Por fin me siento tranquila. Esa llamada y la ocurrencia descabellada de mi marido fue un acierto. Y tal cual me abrazo cayó rendida y tranquila por fin de tenerme a su lado.

Me tocaba dormir, con ella pegada a mi pecho. Apagué la luz, pero mis ojos seguían abiertos. Lo intenté juro que lo intente, pero no pasaban las horas y yo solo quería salir disparada hacia el hospital. Creo que fui capaz de dormir un par de horas.

Me desperté y me metí en la ducha. Tenía el cuerpo como destemplado. Como una mala resaca. Más cansada de lo que vine. Temblorosa. y encima preocupada pensando que estaba incubando algo. Sin detectar que tenía un cansancio físico y mental extremo. Me duché. Prepare el desayuno y desperté a mi hija, que solo descansaba en paz. Se  levantó feliz, me abrazaba. La vestí y fuimos al colegio.

Fue durísimo. Iba con ella de la mano. Con las gafas de sol puestas. hablando y charlando. Se hacía el silencio cada vez que me cruzaba con alguien. La gente llevaba mucho sin verme por el colegio, nadie me preguntaba, y se que la gente tenía mil preguntas, pero todos me miraban y abrazaban con fuerza a sus hijos al verme. Los que iban gritando y enfadados, note que dejaban de hacerlo. Era como si yo representase la muerte de sus hijos. Tuve una sensación extraña. Deje A Rocio, y pase por la puerta de Samu, donde hace 10 días el entraba feliz al colegio. Vi a sus amigos entrar. Fue lo más doloroso que vi en meses. Sentí una injusticia terrible, de porqué él, porque a él. Tan rubito, tan bueno, tan pequeño. ¿por qué?

y salí corriendo y llorando hacia el coche. Directa al hospital a verle a él.

 

Allí llegué y allí estaban mis dos chicos. Nada que ver con mis rutinas. Estaban desayunando sin haberse pesado, ni aseado. La enfermera ya le había regañado, eso no se podía hacer. Cuando llegue se chivaron para que le pusiese las pilas a mi marido, entre risas y desesperación de ¡un papi mas!, jajajaj-…. y entre, y  ellos estaban como si nada, despeinados, la habitación hecha un desastre, comiendo bocadillos, con olor a café, la cama llena de migas, pero riendo juntos, riendo mucho…Entendí que daba igual el modo de hacerlo, él lo había hecho a su manera, y mi hijo reía mucho… tardaron en darse cuenta de que había llegado.. un ¡mami! paralizó mi mundo… me abrazó y empezaron a contarme sus aventuras de noche.. les escuche, desayunaron y empecé a ordenar aquel desastre … y comenzó esa vida que no encontré en mi casa pero que sí existía en esa habitación de 6m2.. allí sí había ruidos, olor a café, a hogar… claro! lo entendí todo. Ese hogar que llevaba días buscando ya estaba creado. Se había construido, pero había cambiado de lugar. Mi casa solo era un lugar por el que transitamos para descansar y buscar utensilios. El hogar estaba en esa planta de oncología, mi familia oncológica. Los pasillos, los voluntarios, los juguetes allí si sonaban, las televisiones, el olor a comida y hogar. No tenía el hogar deseado pero allí estaba.

Me sentí de nuevo protegida y reconfortada. Mi marido me miró y me dijo que todo estaba bien. Le pregunté ¿cansado? y me dijo mucho, ¿cómo has logrado dormir aquí 10 días seguidos? y solo sonreí.

Allí nos quedamos. Yo superé el miedo a salir para poder estar con ella, mi niña que me necesitaba. Y él entendió lo que era estar una noche en el hospital. Ahora todo se convertía en cansancio pero allí estábamos. Juntos.

 

 

(Próxima semana siguiente entrega. Las anteriores en este blog www.rociobracero.com. Si te resulta más cómodo suscríbete a mi newsletter y te llegará al mail cada viernes…. o puedes seguirme en mis rrss, instagram, facebook y twitter donde publico las entregas. Y no lo olvides cada día sale el sol para darte una nueva oportunidad para empezar. )

 

“Cada momento suma más que el anterior”

ROCÍO BRACERO

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