#unlunesenestadodealarma
Cuando estas acostumbrado a reinventarte, a resurgir de tus cenizas, a empezar una y mil veces si es necesario, casi nada te asusta, pero si te sorprenden muchas cosas, y es sin duda una semana de reflexión. Si eres autónomo, madre o padre, diriges una PYME, o sólo intentas cada día luchar contra una realidad que jamás imaginabas que ibas a vivir, quizá, podamos compartir un rato de sensaciones juntos.
Ya dije que en este blog lo mismo un día os hablaba del marketing digital más profundo, cómo podíamos debatir sobre el bien y el mal. De política no hablaré jamás, eso lo prometo. Si puedo mencionar esta actividad, pero hace mucho que decidí no entrar en debates políticos, ni me compensa ni me interesan. Pero es cierto que hoy vivo afectada por ello.
Cuando tengo que empezar una nueva reinvención de mi misma, me da angustia y a veces hasta pereza, no os voy a engañar, te haces mayor, te cansas de luchar, de demostrar y de examinarte una y mil veces. Pero en cuanto empiezo me recargo rápido de energía por varias razones; mi carácter social, mi pasión por la profesión y mis ganas de cambiar el mundo, o por lo menos el más cercano a mí.
Quizá todo esto sean utopías de una loca. Pero prefiero morir loca que quieta. Quizá sean luchas sin objetivo alcanzable. Pero prefiero morir luchando que en la retaguardia. Así que me reinvento una y mil veces. Pero es verdad que volver a levantarte en estado de alarma a veces bloquea.
Como digo no hablo de política, ni sé si otros lo gestionarían mejor o peor. Ni sé si yo hubiese sido capaz ni de enfrentarme a algo parecido. Pero algo no va bien. Es muy del ser humano culpar a los demás de una situación. Los jóvenes son asesinos casi por salir, los anti vacunas, los vividores, los paranoias… al final lo que veo es lo de siempre; separación.
Nos estamos separando
Yo lanzó opiniones y sensaciones, como siempre desde mi humilde opinión, pero reconozco que a mí hay medidas que me matan y que me hacen tambalearme. Entiendo la importancia de la salud. Por supuesto. Salvar vidas ante todo. Entiendo que no podemos colapsar los hospitales. Yo he vivido dos años aislándome del mundo, cuando nadie se aislaba, para no coger ninguna enfermedad, ninguna que le arrebatase la vida a mi hijo, quizá sea pesada diciéndolo, pero se puede hacer sin parar el mundo. ¿Dónde quiero llegar? que creo que lo más importante es detectar quién esta en mayor riesgo y que sean capaces de tomar medidas más extremas que los que por estadísticas no tienen tanto riesgo. Yo mujer de 40 años sana, sin sobre peso, ni asma, ni dolencias conocidas ¿puedo morir de COVID? por supuesto, y de un accidente de tráfico o de un paro cardiaco, pero no soy persona de riesgo a priori, lo que debo es salvaguardar la seguridad de mis padres, y eso lo limito yo sola.
Entiendo que las personas de riesgo quieran tener las mismas libertades que el resto, y pueden, pero son las que más deben medir, el donde, el cómo, el con quién y el cuando. ¿Es injusto? sí, como es injusto que mi hijo tuviese cáncer con 3 años. Pero cuando toca, toca y nos toco una pandemia mundial. Y dentro de la pandemia hay personas con más o menos riesgo, a las que debemos ayudar entre todos, por supuesto, pero no por ello dejar de VIVIR.
Vivir con restricciones
Es verdad que yo estoy cansada ya de vivir con restricciones, y quizá venga de ahí mi ofuscación. Pero soy autónoma. Y veo muchos autónomos y PYMES muriendo alrededor. Empresas como esta de autobuses que me han llenado los ojos de lágrimas. Empresas como las de mi padre que durante años han luchado y ahora, con una edad y situación de riesgo tienen que salir adelante y no saben ni como, y piensan cada día en no despedir ni hacer ERTE a sus empleados. Porque no sé cuantas vidas terminará llevándose el COVID, seguro que muchísimas, ¡qué horror! pero el hambre, el hambre es muy cruel.
Y la hambre le añadimos la depresión. Estar y vivir solos. Ser autónomo y tener todas tus reuniones online, no relacionarte, ni arreglarte. No tener oportunidad de salir a cenar, aunque sea con los de siempre, porque resulta que a las 23h de la noche los bares son más contagiosos que a las 15h. Unas navidades que se presentan en soledad. Que para los que tenemos hijos todavía se salvan por ver su ilusión, lo sé, porque pase unas cuántas navidades aislada, pero para nuestros mayores, les estaremos salvando la vida pero sus últimos años son tristes, solos, sin disfrutar de sus hijos y sus nietos. Con responsabilidad, de verdad ¿no nos dejarán estar con ellos?.
No lo sé. Me desperté un lunes de pandemia, así. Preguntándome ¿qué está fallando?. ¿Cuál seria el mejor modo?. Pero este seguro que no. La economía se hunde. Y sí soy materialista, un poco, no para enriquecerme pero tengo dos hijos de los que soy responsable y que traje al mundo por voluntad propia. Soy mujer trabajadora desde los 18 años. Me gano la vida. Soy responsable y cívica. Y a las malas yo tengo un plato de comida asegurado hasta que me muera, pero miedo me da el futuro de mis hijos. La pandemia hoy la dirige el COVID pero esta destinada a ser protagonista del hambre.
Los bares miran perplejos el futuro, no saben qué hacer. Y así muchos y muchos comercios. Y cuántos mas ERTES haya, más despidos, menos autónomos sobrevivan, más desempleo, menos consumo y más hambre. No soy experta financiera, pero 2+2=4.
Así que levantarme un lunes de pandemia en estado de alarma de nuevo, me hace dudar del sistema. ¿por qué tanto control?, ¿por qué entre diario si se puede ir a la calle, comer, subir a transportes públicos, juntarse en masa en las puertas de los colegios pero el fin de semana confinamientos?
No sé cuales son las medidas correctas. No sé si los jóvenes son tan criminales, yo me pongo en su edad y me parece que la mayoría no viven lo que les toca y con resignación lo hacen. ¿Por unos pocos? ¿y de verdad creen que a los que no cumplen cumplirán así?.
Las respuestas y comentarios me encantará saberlos porque vivo en el desconcierto más absoluto y no sé si estoy preparada para más confinamiento.
Como siempre mi humilde opinión.
“La prohibición de uno comienza en las libertades del otro”.
ROCÍO BRACERO