La desinformación puede afectar a los pacientes de COVID

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#tiemposcovid

Cuando recibes un positivo en COVID y tienes la suerte de no acabar en una UCI ni en una planta de Hospital, eres diana fácil para convertirte en el blanco morboso de las conversaciones ajenas. Hoy por hoy, ser positivo en COVID hace que te sientas como un irresponsable, nadie se para a pensar que incluso cumpliendo todas las normas, el COVID puede visitarte y acabar con tu identidad.

Reconozco que no le tengo miedo al COVID, no por nada, simplemente me ha tocado vivir esta pandemia en una etapa de mi vida en la que aún soy joven, no tengo enfermedades crónicas, ni cumplo las estadísticas para morir por ello.¿Puedo morir de COVID?, si, pero no sería lo más lógico. Esta pandemia la sufro por mis mayores y mis personas de riesgo, pero con toda mi responsabilidad, sin saltarme ninguna norma, intento vivir y que mis hijos puedan vivir, por fin. No quiero que el exceso de información y de desinformación nos lleve a tenerle pánico.

Cuando me sentaron en una silla en la planta de oncología y me dijeron que mi hijo tenía cáncer, mi bebé de 3 años, y me hablaron de estadísticas de vida o muerte, de una enfermedad que es cruel de verdad, seas joven o mayor, con patologías previas o sin ellas, con años de estadísticas… sentí un miedo aterrador. Y aún así me gire, mire a la muerte de frente y le dije que ni se atreviese a acercarse. Empezó nuestra batalla. Un aislamiento familiar y personal. Medidas de higiene severas. Medicación, inmunodepresores…. y la mascarilla y el gel hidroalcóholico ya entro en nuestras vidas.

Cuando entró el COVID, volví a tener miedo por si en algún momento mi hijo se contagiaba. Y empezaron las informaciones. Médicos, viriólogos, OMS, presentadores, colaboradores, testimonios de pacientes…. yo soy periodista, he trabajado en muchas cadenas de televisión, defiendo y amo mi profesión, pero a veces contamos lo que se nos pide contar, y no hay fundamento ni bases suficientes para crear pánico.

En mi casa entro el COVID. Cumplimos medidas, tenemos círculos burbuja. Protegemos a nuestras familias y nuestros mayores. Somos responsables con el entorno. Pero vivimos. En el mismo instante que mis hijos van al colegio, por muy cerrado que sea el círculo, ya estamos en riesgo. En el momento en el que tenemos que coger transporte público para trabajar, compartir espacios de oficina, ya estamos en riesgo. ¿Por qué tengo que sentirme mal por jugar al padel o tomar un café con una amiga que veo a diario? ¿es un acto de irresponsabilidad? ¿compartir oficina no contagia pero un café en un restaurante que cumple las medidas si?… Pues eso parece.

En el momento que te contagias y tienes la suerte de formar parte de un sector en el que las probabilidades te acompañan para pasarlo de una manera leve, empiezan las gestiones. El exceso de responsabilidad y de naturalidad con una enfermedad que visita sin previo aviso, informas a médicos, rastreadores, contactos estrechos… y empieza un sin fin de llamadas y gestiones, empieza el pánico.

enfermedad

Recuerdo que en mi casa dos eran sintomáticos y uno asintomático. Nuestros contactos estrechos se reducían tan sólo a 4 personas y aún así avisamos más allá, por responsabilidad. Los síntomas, gracias a dios, fueron leves, pero existieron. Comentas con amigos. Con naturalidad y agradecimiento. De repente eres parte de un círculo extenso, que te juzga por irresponsable, te incluye en conversaciones morbosas y la información corre como la pólvora. Eres la diana perfecta para las conversaciones de chats de WhatsApp y sobremesa. No señores, siento deciros que no tenerle miedo a este bicho no lleva consigo la firma de irresponsable. 

Si algo me quedo claro al padecerlo es que lo padecen los que tienen síntomas y los responsables que deciden someterse a pruebas. A quien no le viene, no se realiza prueba, porque no tiene síntomas, y el asintomático reparte el virus libremente, pero como no lo sabe, no se siente culpable, pero sí juzga. Yo me aislé antes de síntomas. Me he realizado esta prueba, yo y mis hijos en varias ocasiones, aún sabiendo que no eran síntomas compatibles. Somos responsables con nosotros mismos y sobre todo con los débiles antes este bicho asesino. Aún así te juzgan. Facilitan tu información y se habla libremente de ti. Sin importar como te sientas. Esta es la real pandemia del mundo. La desinformación.

Cuando te ves en cama, observas tanto cada síntoma que llegas a enloquecer. Oyes y lees tantas cosas, secuelas, síntomas a futuro, … ¿qué futuro? si aún no conocemos nada de esta enfermedad…. cuando pasabas una gripe y luego tenias, por ejemplo síntomas de cansancio, no lo achacabas a secuelas de gripe, quizá son síntomas de una pre menopausia, o un problema mayor. 

Estuve 7 días cogiendo bocanadas de aire para saber si respiraba bien. Me tomaba la temperatura compasivamente. Si me picaban los ojos no lo achacaba a estar encerrada 14 días y trabajando frente a un ordenador, parecían síntomas COVID… y entras en una paranoia que te hace enloquecer, y lo que es peor aún sufrir ansiedad.

Si decides compartir con tus allegados que tienes COVID entras en un juicio sin precedentes, ¡dónde lo has cogido, con quién has estado, qué locura!….. según tu puesto de trabajo el juicio es el mismo, luego llega el colegio, los conocidos…. y un sin fin de chats que se revolucionan.

Y yo solo pensaba ¿respiro? ¿cómo es posible que mi hijo no tenga un síntoma y los abuelitos mueran por ello?.. y entonces volvía a observarme… y entonces repetí mil pruebas, aunque sanidad no lo diga, porque no quiero volver a la calle tras la cuarentena y contagiar a nadie… y aún así salgo a la calle y me entra un ataque de ansiedad… porque no quiero respirar cuando me cruzo con alguien y portar el virus, aunque sanidad me devuelva a la sociedad…. Y eso crea la desinformación, sobre todo a los que vivimos esto con responsabilidad. Por mucho que me hayan juzgado, la desinformación y la sociedad te pone en la lista negra.

Sea como sea. Sigo sin tenerle miedo. Hay que vivir. Y después de ver la crueldad de este bicho, de vivirlo sigue siendo peor para la mayoría la crueldad social. Sigamos con medidas razonables de higiene y distancias, respetando normas y cuidando a las personas de riesgo. Encontremos el equilibrio entre salud, economía y vivir. 

La hostelería me entenderá, están sufriendo ser los responsables de algo que no lo son. Cerrando sus negocios y su esfuerzo de años, incluso generacional, porque el virus es más activo en un restaurante. Sigo pensando que lo peligroso es el ser humano y no el que amablemente y con rigor higiénico te sirve un café y un menú para que te olvides la locura de restricciones que estamos viviendo.

Desde luego mi humilde opinión tras ser juzgada por ser paciente COVID.

 

“Hablar en el cuerpo de otro es más fácil que mirar tu propia conciencia”

ROCÍO BRACERO

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