CAPÍTULO 7. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE

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PODCAST – CAPÍTULO 7. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE 

LECTURA – CAPÍTULO 7. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE 

CAPÍTULO 7.

“Cuando sabes lo que es vivir aislado”. 

Culpabilidad. Lo sencillo. ( Marzo 2020. Publicado en RRSS).

Hoy a las 18h aplaudimos a los peques. A todos los niños, que entendiendo o sin entender, respetan el confinamiento. Es merecido, claro que sí. Pero ellos tampoco entienden porque les aplaudimos.

Es importante lanzar un mensaje a los padres. No os sintáis culpables. No os sintáis culpables por gritarles, luego pedirles perdón. Por perder la paciencia cuando nos vienen a preguntar por séptima vez una duda de los deberes. Por gritarles cuando quieren que peinemos a las muñecas con ellos o juguemos al fútbol en la esquina del salón. No os sintáis culpables por querer estar 10 minutos solos en el baño o tomando un vino con vuestras parejas. No os sintáis culpables por pensar que no estudian como el resto, que no hacen el suficiente ejercicio, que no tiene suficiente vitamina D o que no comen lo suficientemente sano. No os sintáis culpables por pensar que merecen más de lo que hacéis. Porque esta situación no es culpa de nadie y no podemos tampoco normalizar la maternidad y la paternidad. Lo que tenemos que intentar es no ocultarles la realidad. Sentarnos y decirles porque estamos nerviosos. Que nos perdonen por perder la paciencia y hablar con ellos sobre esta nueva vida. Ayudarles a superar la ansiedad de los estudios, porque los genios no nacen en dos meses, ayudarles a entender que los amigos seguirán ahí…

Es época para permitir y recolocar en casa las relaciones familiares. Ayudarnos entre todos a superar las cosas, permitir lo que no permitían, porque socialmente no estaba establecido, no nos dejemos llevar de nuevo por la sociedad, déjate llevar por las necesidades de tu casa. Si hoy quieren estar abrazados, abrázalos, si hoy quieres jugar con ellos juega, si hoy quieres ver una serie sola, hazlo.. no dejes que la sociedad te juzgue como padre, deja que sean tus hijos los que te digan lo que eres.

Los niños son los seres con mayor capacidad de adaptación. Ellos nos buscan cuando tienen miedo, sueño o hambre. Ellos ahora son felices porque están con nosotros, pasando tiempo con nosotros y no 8 horas en un colegio estudiando para llegar a casa con buenas notas, enfrentándose y aprendiendo habilidades sociales, desayunando en 2 minutos, con gritos de no llegamos a trabajar, corre, sin tiempo para preguntarles cómo han dormido. Saliendo del colegio y corriendo para cumplir el excel que montamos en septiembre de ; musica, ingles, teatro, danza, futbol, karate, tenis… y cuando llegues estudia, repasa, recoge la habitación, duchate… cena rápido y duerme… Y a veces cuando preguntan cuentame un cuento… mañana que hoy estoy agotado… Quizá sea exagerado, no todos lo hacemos así, pero es la rutina normal. Ellos ahora están encantados, felices. Claro que se merecen el aplauso. Se lo merecen porque son los que mantienen la energía de vivir y de luchar en cada casa, porque los abuelos se cuidan para poder verles, los padres para sacarles adelante y ellos son el arma perfecta con sus sonrisas para el chute de energía diario.

El otro día, en mi 40 cumpleaños mi hijo me dijo que el recuerdo más bonito que tiene de mí es cuando hacíamos puzzles en la cama del hospital de oncologia los dos solos. ¿Ese es su mejor recuerdo? estar conmigo, incluso cuando le pasaba quimioterapia por su cuerpo. Aún no salgo de mi asombro, así lo dijo a cámara. Ni los mil juguetes que le compré. Ni el parque de atracciones ni todas aquellas cosas que yo hacía con sobre esfuerzo para que él disfrutara de lo que yo pensé que se estaba perdiendo en la vida. ¡No! su mejor recuerdo es hacer un puzzle conmigo.

Así que imaginaos. Nosotros somos los que nos culpamos y adelantamos que ellos van a sufrir. No. No es así. Quizá dejen atrás un poco de su inocencia, no lo niego. Ver la muerte tan de cerca y oírla es duro. Pero estamos abrazados para explicárselo. Y eso para ellos es suficiente. Ellos solo nos necesitan a nosotros. Así que no te castigues papá y mamá. Ellos no necesitan más. Os tienen a vosotros. Haciendo puzzles. Y aplaudiendo en la ventana. Permitiros tener vuestro tiempo. Ellos han dejado el excel y la vida de adulta impuesta. Esta crisis sanitaria les deja ser niños.

Como siempre mi humilde opinión. Hoy de nuevo salió el sol y a las 18h saldré aplaudir a mis dos guerreros, si los puzzles nos dejan tiempo claro.

 

Y llegamos a casa. Tras dos meses de hospital, sin respirar aire fresco, llegamos a casa. Con todo lo que eso conlleva. El miedo de estar en contacto con gente. La desinfección completa de espacios. El cuidado de no relacionarnos para no traer ningún virus y bacteria a casa. El miedo continuó por todo.

Salimos del hospital y Samu no sabía dónde estaba. Tenía sólo tres años, pero no recordaba casi ni su casa. había perdido por completo la sensación de tiempo. Abrir la puerta de casa fue una bocanada de alivio y de miedo. Quería enseñarle su habitación de mayor. La había dejado lista sólo para él, para que supiese que en ese tiempo todo estaba preparado para esperar.

Entró despacito por casa, su movilidad era reducida. Andaba cojeando. Es muy duro ver a tu bebé andar así. Llegó hasta su habitación y sonrió. Se giró y nos sonrió a todos. Sus juguetes estaban allí.

Una nueva cama, un nuevo espacio. Y con su lengua de trapo dijo: “mami yo voy a mimir con tati no?”… su hermana sonrió y le abrazó.. Si hijo tu dormirás donde quieras dormir. Así que esa habitación nueva siguió siendo su habitación de día, de noche seguiría bajo el regazo de su hermana, como a él le gustaba.

Fueron horas muy felices. Diría correteando por la casa, pero no es verdad. Horas en el sofá, con juegos tranquilos, que no le agotase. Él hacía lo que podía, pero la energía tenía un límite. Pero esa casa volvía a tener vida. Encendí el fuego, el horno. Volvía a estar la nevera llena, el frutero repleto, hasta parecía que la orquídea volvía a florecer. La casa necesitaba recuperar la energía de vida y de hogar. Y en pocos minutos, ellos dos solos, mis ángeles le dieron a la casa la vida que necesitábamos. Yo empecé a hacer diferentes tipos de comida para Samuel, según sus antojos.

Fui aprendiendo que ciertos olores le daban náuseas. Era como si de un plumazo esos dos terribles meses hubiesen pasado. Pero la vida es así, no dejes que te relajes. Y dentro de mi pequeña felicidad, me recordó que el cáncer sería nuestro compañero de viaje por mucho tiempo. A las 3 horas de estar en casa empezó a tumbarse más de lo normal. Como teníamos que poner el termómetro frecuentemente para controlar la temperatura empezó hacer décimas. Y eso no me gustaba.

Al salir del hospital nos dieron varias premisas importantes; la primera si hace fiebre hay que ir, incluso con décimas en ascenso y no en bajada. Cualquier bacteria o virus puede ser fatal. No entrar en contacto con animales, sobre todo cachorros. No entrar a espacios cerrados. No estar con gente. Mantener mucha desinfección y toda la medicación que había que ir dando hasta su visita. Cuidado con las heridas por su nivel de plaquetas. Y no baños en piscinas, como reglas importantes a no olvidar. Estamos en la primera, empezaron las décimas.

Es cierto que salíamos con pocos neutrófilos del hospital, d

efensas bajas, y esto podía ocurrir, pero tan sólo llevábamos 3 horas fuera del hospital. Esas risas que se respiraban horas antes habían desaparecido por completo. Mi rostro fue serio. ya me olvide de nuevo de todo y solo me podía centrar en su temperatura. De nuevo la cabeza empieza a imaginar cosas, todos miramos alrededor que ha podido pasar. Todos con mascarilla por si acaso y a observar. la temperatura seguía en ascenso, así que nos tocó bajar al hospital.

Primera llamada a mi cuñado, que durante dos años cuidó su salud y su vida casi más que durante esta pandemia, podría decir yo, para poder ayudarnos, y estar con sus sobrinos. Vino a casa a quedarse con Rocío, ya nos tocó alejarnos de nuevo de ella, es terrible. Y nos tocó ir a urgencias. Ese lugar que da tanto pánico porque entras con un virus y puedes salir con 20. Rápidamente nos metieron en una zona de aislamiento. Pinchazos, analíticas pruebas…. Salimos con una medicación para lombrices, que nos dijeron que seguramente cogió en el hospital antes de irnos y con un virus que le estaba dando la cara, pero no era bacteria. A casa con medicación, parando la quimio y si empeoraba ingreso inmediato.

Toda la noche sin dormir. T

omando la temperatura, observando… cambios de sábanas, medicación toda la familia por lombrices… descubrimos que esto sería así. Que no podíamos ni pensar en el mañana, había que disfrutar los minutos que estábamos bien, porque todo cambiaba en cuestión de segundos. Y así hice. Eso sí, esa noche cerré la puerta de mi casa con los cuatro dentro por fin. Cada uno en su cama. Bueno realmente éramos 6, el miedo y el cáncer de momento ocupaban un lugar muy importante.

 

(Próxima semana siguiente entrega. Las anteriores en este blog www.rociobracero.com. Si te resulta más cómodo suscríbete a mi newsletter y te llegará al mail cada viernes…. o puedes seguirme en mis rrss, instagram, facebook y twitter donde publico las entregas. Y no lo olvides cada día sale el sol para darte una nueva oportunidad para empezar. )

 

“Cada momento suma más que el anterior”

ROCÍO BRACERO

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