CAPÍTULO 5. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE (1ºPARTE)

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#losangelestienennombre

PODCAST – CAPÍTULO 5. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE (1ºPARTE)

Dedicado a un ángel: “Isa

LECTURA – CAPÍTULO 5. CUANDO SABES LO QUE ES VIVIR AISLADO. LOS ÁNGELES TIENEN NOMBRE (1ºPARTE)

Dedicado a un ángel: “Isa

La incertidumbre del que pasará te inmoviliza tanto que a veces te juega malas pasadas. Ser capaz de no pensar en mañana y sólo pensar en hoy. Soy Rocio Bracero y comienzo a leer la primera parte del quinto capitulo de los ángeles tienen nombre, la incertidumbre publicado en redes sociales en marzo de 2020.

 

CAPÍTULO 5.

“Cuando sabes lo que es vivir aislado”. 

Incertudumbre. Marzo 2020. Publicado en RRSS). 

Hoy mi hijo se despertó y me dijo:

– “Mami este bicho no duele como el otro”. El pensó que estaba aislado porque tenía coronavirus. 

– No hijo esta vez no tienes ningún bichito.

– Mami y si lo cojo ¿duele como el otro?

– No lo sé hijo, no lo sé. Pero lucharemos.

De nuevo tuve que armar a mis guerreros de armadura de fuerza con 5 y 9 años.

Cuando vives aislado en 6m2, semanas y semanas. Sin que pueda visitarte casi nadie en el hospital. O cuando entran sin abrazar a nadie para que no te contagien a ti o a tu hijo. El miedo a tener cualquier virus porque te separaría en el cuidado de un niño de oncología pediátrica, es terrible. Saber vivir aislado ahora es más fácil. Mi espacio es amplio, con comodidades y de momento sanos, asintomáticos. Lo que no aprendes nunca, aún sabiendo bien lo que es estar aislado, es a evadirte de la realidad.

Ahora, con estas escalofriantes cifras, la realidad cada día es más devastadora. Pacientes por los hospitales, sin un lugar, sin compañía, solos, con miedo, buscando en la mirada de sus médicos y enfermeros una mirada de salvación. Esa mirada yo la busqué, recuerdo que la buscaba sin cesar. Quería saber si mi hijo se salvaría. Buscaba esa mirada y durante mucho tiempo sólo me hablaban de cifras, posibilidades y tratamientos en los que confiar. Ahora son miles y miles de personas y familiares los que buscan una mirada de confianza y tranquilidad. Imagino que se encuentran con lo mismo que me encontré yo. Miradas de ánimo pero de incertidumbre. No conocen este virus. No conocen a este bicho. No pueden asegurar tu salvación. Solo tú lucha por intentarlo y cifras. Estadísticas y eso es desconcertante. Lo sé. Pero confío en ellos. En la investigación. En que utilizarán todos los recursos que se inventen, no porque se los den, para salvarte.

 

Hoy, cuando me desperté de nuevo, como cada mañana a medicar a mi hijo. A darle su quimioterapia en casa, volvió a invadirme esa sensación. Me puse en la piel de familiares y enfermos de nuevo. Me entró el miedo de la incertidumbre, de ¿qué pasará si mi hijo se contagia? ¿podrá su inmunodepresión con un nuevo virus?, ¿habrá una cama para él en el hospital? ¿qué probabilidades tendría?.. y volví a buscar miradas que no encuentro.. y así estamos muchos españoles, muchos seres humanos.

 

Sí señores, se han equivocado. No sé que solución habrá. Aún no hemos escuchado lo peor. No busco que rueden cabezas políticas. Pero ya que no han cuidado a sus sanitarios en años, ya que han recortado lo mejor que tenemos en España que es su sanidad pública. Ya que han permitido que esta pandemia se extienda por falta de previsión, ya que son conscientes de su culpabilidad, ya que la gente no puede encontrar una mirada de salvación ni despedir a los suyos, no pongan excusas, asuman responsabilidades y centren toda su energía en salvar vidas y no en salvar su imagen.

Habrá días bonitos y feos para todos. Las cifras crecen tan escalofriantemente rápido, que no hay solución. Hoy pienso en ellos, en los médicos y sanitarios. En los que están en permanente contacto con el peligro. En los que están viendo morir o decidiendo dejar morir sin ton ni son. En aquellos profesionales que por vocación decidieron ser héroes, pero que los preparan para salvar vidas, no para no dejar vivir. Profesionales que se ven desbordados, agotados, exhaustos. Y que aún así me llaman para preguntarme si Samu sigue bien, cuando llegan a casa y no pueden ni abrazar a sus propios hijos. Profesionales que a diario trabajan sin cesar, con lágrimas en los ojos, intentando salvar y acompañar a los que se van. Profesionales que saben que su Gobierno, da igual derechas o izquierdas, no les han surtido de lo que necesitan, cuando esta pandemia se veía venir.

Gracias y eternamente gracias. Cuando curéis vosotros solos, a una sociedad entera, espero que estos que tomaron decisiones hoy no estén decidiendo y que los que vengan valoren la sanidad que tienen y le den el lugar que se merecen.

Espero que los que vengan. Cuando la investigación acabe con el coronavirus. Cuiden a las víctimas. Primero a todos aquellos que perdieron familiares y luego aquellos que se quedaron en una situación social no deseada. Que se tomen medidas sociales para una nueva sociedad de bienestar y no solo de consumo. Que no olviden que somos muchos los que seguiremos aislados y necesitamos inversión en nuestra cura. Qué el cáncer infantil, al que consideran enfermedad rara y no dotan de recursos, seguimos aislados buscando miradas de salvación y no lo destinen a ministerios y ministerios, carteras y carteras prescindibles.

La sociedad necesita salud y un bienestar económico. No ricos y pobres. ¿Hizo falta una pandemia y miles de vidas para que nos demos cuenta?.

Por favor. Ayuden a nuestros sanitarios. Ayuden a morir a la gente con dignidad. Ayuden a frenar esto. Paren ya todo. Acabemos con esto ya. Las medidas a medias no sirven. Tomen decisiones con determinación. Se nos muere la sociedad. A mi cada número que sube en esa escalofriante cifra me hace temblar.

Hoy mi mayor pesame a las víctimas y sus familiares. Mi ánimo a todos aquellos peques ingresados en oncología, imagino el miedo. Sigamos unidos! y demostremos que hagan lo que hagan nuestros políticos, España se une y derrota esta guerra! Busquemos las miradas de salvación en los balcones. Sigamos empujando a todos los que se sacrifican por nosotros. Ya reconstruiremos el país. Ahora salvemos vidas.

Mi humilde opinión como siempre. Hoy de nuevo brindaré porque seguimos bien. Pero hoy me permito estar enfadada y triste. Porque en este largo camino hay que permitírselo todo. No somos más débiles por ello. Llorar ayuda a sonreír luego con más fuerza.

 

Y amanecí de nuevo. Ya eran mías las rutinas hospitalarias. Ya nos levantábamos y afrontábamos el día y el tratamiento de otra manera. Ya eramos un número de habitación de la planta de oncología. Entraban los oncólogos, nos daban el parte, le oscultaban, nos programaban las entradas a quirófano. Empezaban los síntomas de la quimio y la incertidumbre. Ya tenía herramientas para gestionar el miedo. Ese que acecha en cada momento y en cada lugar. Ahora la incertidumbre empezaba a ser protagonista de mis pensamientos. Los médicos aún eran parcos en palabras. Aún no me ofrecían una mirada de salvación. Aún me seleccionaban la información. Sabía lo justo y necesario para seguir. Así que como no podía controlar el destino, controlaría el presente.

Cada mañana tenía cientos de whatsapp de amigos y familiares preguntándome por Samuel, que digo cientos, miles… sólo respondía a mi hija y a mi marido. El resto lo dejaba para esas largas y angustiosas noches de hospital, mientras el pitido de la bomba agujeraba mi cerebro.

 

Y cómo el calendario hospitalario ya estaba hecho empecé a decorar la habitación. Ya era hora de crear un hogar. Samuel estaba cansado, la medicación le agotaba y el corticoide, a niveles tan extremos, no sólo le hinchaba si no que le cambiaba el carácter y además, poco a poco, le iba comiendo masa muscular, por lo que cada vez le costaba más y más moverse. Le engañaba con suculentos majares para salir de la cama y pasear por la planta, para que moviese las piernas y no se atrofiase. Era estremecedor, como si me arrancasen el corazón cuando le veía andar como un pequeño anciano en un cuerpo de 3 años. Con las piernas rígidas y jadeando casi a cada esquina. Pero con una mente poderosa que le hacia seguir intentándolo. En ese paseo aventurero, medio forzado medio disfrutado de repente se abrió el ascensor de la planta. Muchos payasos, globos, enfermeras y voluntarios empezaban a salir de casi cualquier rincón.. Samuel me pidió los brazos, y rapidamente le cogí.

 

Empezaba a sonar la música y las canciones. Era el día del niño hospitalizado. Subían por las plantas a cantar y darles energías y fuerzas, a distraerles a jugar y cantar. El estaba serio, expectante.. y yo rápidamente me puse a cantar con él en brazos, a bailar, a seguir al grupo… Empezaban a salir las madres y padres de las habitaciones con los peques que tenían ganas.. a otras habitaciones entraban los payasos a darles globos y saludos si el peque estaba muy malito y no le apetecía levantarse, y otros estaban en habitaciones de aislamiento severo en el que tan sólo podían conformarse con escuchar el jaleo de fuera. 

Y allí me vi. Cantando y bailando en la planta de oncología. ¿Quién me iba a decir a mi que bailaría allí?. No sé si alguna vez os ha pasado pero en ese momento es como si mi alma saliese de mi cuerpo y me vi allí bailando y mi mente dijo: ¿Qué hago yo aquí rodeada de familias con niños con cáncer? y de repente otra parte de mi alma me miro y me dijo, tu eres una de ellas.

 

Fue de repente un golpe de realidad tan duro, decirme a mi misma a gritos: ¡Tú hijo tiene cáncer! que las lágrimas empezaron a derramarse por mi cara de nuevo, rápidamente las enfermeras, mientras seguían cantando me abrazaban por los hombros y me hacían moverme…. sabían a la perfección lo que yo estaba sintiendo en ese momento. Y decidí bailar y cantar con mas fuerza y más alegria aún.

Se abrió de nuevo un ascensor y subían mi marido y mi hija. Era nuestra nueva realidad. Nos invitaron a bajar a la puerta del hospital a cantar y bailar, y Samuel accedió.. no quería andar pero su padre le cogió en brazos, le puso la mascarilla, arrastro el puerta sueros y se bajo con sus dos hijos. El no bailaría  de eso estoy segura, pero obedeció y allí bajo. Yo pedí un segundo, excusándome, que algo tenía que coger de la habitación. Y me dediqué cinco minutos para mí, para llorar, para entender.

 

Y bajé. Abracé a mi hija y disfrutamos de esa alegría que traían las enfermeras y los voluntarios para hacernos sonreir aunque fuese a las puertas del hospital. Y tras cinco días fue el primero que salí del hospital y me dio el aire. Aunque sólo fuese pegada a esa puerta giratoria de la Paz. Y disfrutamos de la música y los bailes.

 

¿Hoy es igual verdad? nos vemos de repente asomados a las ventanas como si la realidad que estamos viviendo no nos perteneciese. Pero es así. Cargada de incertidumbre y de pasos en falso, pero es nuestra. Y la debemos disfrutar.

 

(Próxima semana siguiente entrega. Las anteriores en este blog www.rociobracero.com. Si te resulta más cómodo suscríbete a mi newsletter y te llegará al mail cada viernes…. o puedes seguirme en mis rrss, instagram, facebook y twitter donde publico las entregas. Y no lo olvides cada día sale el sol para darte una nueva oportunidad para empezar. )

 

“Cada momento suma más que el anterior”

ROCÍO BRACERO

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